December 6, 2014

LE JARDIN DE BALATA

MARTINIQUE. I've been in Martinique several times. But the time I went with M, A and B to the Jardin de Balata will remain in my memory for ever. We had arrived at Sainte-Anne sailing from the island of St Vincent, just in front, and anchored in its bay for a couple of days. One of them we rented a car. We wanted to go as deep into the mountains and the forest as possible, as a sort of irresistible need. As we went, the road became narrower every curve, and the vegetation denser, and the air as humid as if it were full of rain. We were soon tired and I even nearly fainted. We found a hut-bar in the jungle serving a rum drink to reestablish the blood pressure in our bodies, but still it took us a good while of the same serpentine like unending road until we saw the sea again.
We had crossed to the other side of the island - Martinique isn't that big - and there on the slopes above the brilliant blue ocean was the garden of Balata, full of every color. It was such a relief, such a happy dream coming alive after a "hard day".
This happened at a time of ups in our life, when everything seemed to be going from good to better. Soon we were to find otherwise - nothing remains as it is forever.
But we didn't know then, and everything seemed possible, and worth trying, every desire well deserved, every dream so real.
The poster A bought that day is pinned to a wall at his place, 12 years after.


He estado en Martinica varias veces. Pero la vez que fui con M, A y B al Jardin de Balata permanecerá en mi memoria para siempre. Habíamos llegado a Sainte-Anne navegando desde la isla de St Vincent, justo en frente, y fondeamos en su bahía por un par de días. Uno de ellos alquilamos un coche. Queríamos ir tan profundo en las montañas y el bosque como fuera posible, como por una especie de necesidad irresistible. Segun íbamos la carretera se fue haciendo más estrecha a cada curva, la vegetación más densa, y el aire tan húmedo como si estuviera lleno de lluvia. Pronto nos encontramos cansados, yo incluso casi me desmayé. Encontramos una choza-bar en la jungla donde servían una bebida de ron, para restablecer la presión sanguínea, pero aún nos llevó un buen rato de la misma carretera, como una serpentina sin fin, hasta que volvimos a ver el mar.
Habíamos cruzado hasta el otro lado de la isla - la Martinica no es tan grande -  y allí, en la ladera sobre el brillante océano azul estaba el Jardin de Balata, lleno de todos los colores. Fue tal la sensación de alivio, tan feliz el sueño hecho realidad tras el "duro día".
Esto sucedió en un tiempo de "subidas" en nuestras vidas. Cuando todo parecía ir de bueno a mejor. Pronto ibamos a comprobar que no - nada permanece inmovil.
Pero no lo sabíamos entonces, y todo parecía posible y que había que intentarlo, todo deseo bien merecido, todo sueño tan real.
El poster que compró A aquel día está clavado en una pared en su casa, 12 años después.

2 comments:

  1. So good not to know what lies around the corner, the night ahead, next day. I felt I was with you there in the car on the narrowing road and encroaching jungle. It must have been a relief to see the sea again. Puts me in mind of being lost in a corn field, nothing visible by the sky overhead.

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  2. Hallo Pet,
    ich schreibe auf deutsch.
    Das war bestimmt eine tolle Reise!!!

    Liebe Grüße!
    Franka

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